En un estudio de 1983 con 3.000 adolescentes presos, las meriendas se sustituyeron por elecciones más saludables que contenían alimentos refinados aligerados en azúcar. Durante el año en que se cambiaron las dietas, los incidentes violentos y antisociales disminuyeron casi a la mitad. También se dio una baja de un 21% de los comportamientos antisociales, un 100% de los suicidios, un 25% de las agresiones y un 75% del recurso a las detenciones.
En un estudio más pequeño con 68 menores de edad que recibían una dieta de calidad nutritiva superior,la incidencia de agresiones bajó en un 82%; los robos bajaron en un 77%; las violaciones de las reglas generales bajaron en un 23%; y se dio un descenso de los enfrentamientos de un 13% durante siete meses de investigación sobre una dieta sin comida basura. En una prueba con 276 niños, se dio comida saludable a un grupo mientras el otro se quedó con su dieta basura.
Basándose en aquellos resultados, Schoenthaler prosiguió el trabajo en un programa de comportamiento y dieta, con el Los Ángeles Probation Department. Más de mil delincuentes menores de edad mostraron una baja de un 44% en comportamientos antisociales mientras seguían una dieta aligerada en azúcar. Gesch sacó conclusiones similares de un proyecto piloto británico del año 1990 llamado South Cumbria Alternative Sentencing Options (SCASO). En aquel trabajo, los delincuentes menores que cometieron graves actos fueron sometidos a cantidad de pruebas para: las deficiencias vitamínicas y minerales; la presencia de metales tóxicos; el control de las bajas tasas de azúcar en la sangre; y un examen alimenticio individual. Resultó que los delincuentes habituales tenían varios problemas bioquímicos en común, particularmente la intolerancia a la glucosa y la deficiencia de zinc.
Asombrosamente, cada una de las personas del estudio manifestó una tolerancia anormal a la glucosa (hipoglucemia reactiva), un problema provocado por el consumo de azúcar, alimentos azucarados y estimulantes (tales como el café, el té y las colas), pero también los alimentos ricos en carbohidratos que no estén acompañados de proteínas. Las investigaciones mostraron que se trata de un problema común, entre los delincuentes habituales, la incapacidad de metabolizar correctamente la glucosa en la sangre.
Cuando Gesch integró a los voluntarios en un programa de “rehabilitación nutricional”, su comportamiento mejoró.
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