El cuerpo consta de un 62% a un 71% de oxígeno, y este es el elemento más abundante y esencial del cuerpo. El noventa por ciento(90%) de toda nuestra energía biológica proviene del oxígeno.
Además, cuando se tiene en cuenta que los microorganismos, virus, bacterias y agentes patógenos que causan enfermedad no pueden sobrevivir en un ambiente rico en oxígeno, se empieza a ver por qué la terapia de oxígeno es el arma más poderosa para luchar contra la enfermedad. Un cuerpo altamente oxigenado no sólo es inmune a la afección, también destruye la enfermedad que ya existe en el cuerpo.
Si el oxígeno fuera en verdad el cura-lo-todo para casi todas las enfermedades, podría llegarse a la conclusión equivocada de que todo lo que verdaderamente se necesita para crear un ambiente rico en oxígeno en el cuerpo es respirar hondo.
Desafortunadamente, éste no es el caso. El hecho es que, incluso, si nuestras ciudades, pueblos y otras áreas residenciales tuvieran aire limpio con abundantes cantidades de oxígeno(que no se tiene debido a la polución del aire), y si los seres humanos se acordaran de respirar profundamente a lo largo del día (lo cual no hacen), aún así no sería posible asimilar tanto oxígeno como el que nuestros cuerpos necesitan para que se produzca la curación y se restablezca la salud.
Es más, en realidad inhalar oxígeno no es suficiente. Solamente el 15% del oxígeno que se inhala es absorbido dentro de la corriente sanguínea. El oxígeno debe entrar en la sangre, y la sangre, a su vez, debe enviarlo a las células y tejidos del cuerpo. Esto hace que los niveles de oxígeno en los tejidos suban, matando bacterias, virus y células defectuosas de tejido, permitiendo a las células sanas sobrevivir y multiplicarse más rápidamente, finalmente creando un sistema inmunológico más fuerte.
Las terapias bioxidativas presentadas en este libro estimulan el movimiento de los átomos de oxígeno desde la corriente sanguínea a las células en mayor medida de la que normalmente se alcanza por otros medios. Con unos niveles más altos de oxígeno en los tejidos se matan las bacterias y los virus junto con las células de tejido defectuosas, las células normales sobreviven y se multiplican más rápidamente. El resultado es un cuerpo más sano.
Uno de los descubrimientos más importantes que apoyan la terapia de oxígeno tuvo lugar en 1931, cuando el Dr. Otto Warburg ganó el Premio Nobel de Medicina y Fisiología por probar que los virus no pueden existir ni proliferar en un
ambiente con altos niveles de oxígeno. Esto se debe a que son anaeróbicos, lo que significa que se encuentran y desarrollan en ausencia de oxígeno. Citando al Dr. Warburg, “Prive a una célula del 35% de su oxígeno durante 48 horas y puede volverse cancerosa.” Además dijo que la causa principal del cáncer es la insuficiencia de oxígeno a nivel celular, y que las células cancerígenas no pueden sobrevivir en un ambiente alto en oxígeno.
Uno de cada 3 adultos en Norteamérica tiene cáncer, pero la mayoría de incidencias aún no se han diagnosticado ni detectado. Además, todo ser humano tiene células cancerígenas en el cuerpo, las cuales están buscando precisamente un ambiento bajo en oxígeno donde poderse multiplicar y convertirse en una enfermedad auténtica.
Se han realizado innumerables estudios que han demostrado de manera concluyente que una oxigenación mayor, ya sea en forma de peróxido de hidrógeno, ozono u oxígeno
hiperbárico, conlleva la destrucción de los virus. Los tumores cancerosos disminuyen de tamaño cuando se les pone en contacto con oxígeno. Otros estudios realizados por médicos e investigadores han demostrado que en ambientes altos en oxígeno no sólo se oxidan y mueren las células cancerígenas sino también todas las toxinas, bacterias, virus, agentes patógenos y microorganismos característicos de enfermedades.
Como resultado, ahora sabemos que el cáncer y otras células causantes de enfermedades sencillamente no pueden sobrevivir y desarrollarse en un cuerpo rico en oxígeno. Por otro lado, las células normales, que necesitan oxígeno como fuente
de vida y dependen de él para mantener sus funciones y su viabilidad, se desarrollan y se vuelven más sanas en un ambiente rico en oxígeno. El cuerpo humano en su totalidad se rejuvenece y recibe incontables beneficios de la terapia de oxígeno para su salud.
Louis Pasteur, un notable químico y microbiólogo francés del siglo XIX, conocido por sus extraordinarios avances en las causas y la prevención de la enfermedad, se retractó en su lecho de muerte de su teoría microbiana diciendo: “El microbio no es
nada. El terreno lo es todo.” El terreno del que hablaba no es el sistema inmunológico, sino el ambiente oxigenado del cuerpo humano. Un estado debilitado o suprimido del sistema inmunológico solamente se genera cuando al cuerpo humano le falta oxígeno, permitiendo así que los microbios patogénicos
se multipliquen.
Esto fue corroborado por Rudolph Virchow, el médico alemán al que se ha llamado “Padre de la Patología,” mismo que fundó el campo de la Medicina Social. Después de una ilustre carrera médica, se sabe que dijo: “Si pudiera volver a vivir mi vida, la dedicaría a demostrar que los gérmenes buscan un hábitat natural, los tejidos enfermos, en lugar de ser la causa de dichos tejidos enfermos: por ejemplo, los mosquitos buscan el agua estancada, pero no hacen que el agua se estanque.”
Asimismo, los gérmenes, bacterias, virus y agentes patógenos no causan la enfermedad, sino que procuran ambientes donde puedan desarrollarse mejor, y es en cuerpos privados de oxígeno.
Ahora hay un consenso general entre los profesionales de la salud holística y algunos miembros progresistas del gremio médico sobre la necesidad de oxigenar el cuerpo para prevenir e, incluso, curar el cáncer y otras enfermedades degenerativas.
El ozono (O3) y el peróxido de hidrógeno (H2O2) son las sustancias más simples con las que se cuenta para oxigenar eficazmente el cuerpo. Sus mecanismos de acción son parecidos, esto es, cuando se disuelven en el cuerpo ambos ceden el átomo extra de oxígeno de su configuración molecular, produciendo así un ambiente rico en oxígeno. De las dos sustancias, el peróxido de hidrógeno es el más fácil de adquirir
y usar.
La única razón por la que la industria médica y la farmacéutica no han adoptado esta poderosa solución para prevenir y curar la enfermedad es porque no hay ningún incentivo financiero para hacerlo. El ozono y el peróxido de hidrógeno ambos son sustancias no patentables y muy baratas de fabricar y de usar. Es más, como ya he mencionado en el capitulo anterior, el modo de ganarse la vida de médicos, hospitales y otras instituciones médicas se vería amenazado si se erradicaran casi todas las enfermedades con una correcta administración de ozono o de peróxido de hidrógeno.